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en una esquina, bajo un farol, un tanguero.
la luz es azul.
la noche amarilla
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la luna un agujero a través del cual se ven todos los agujeros.
un ratón pasa corriendo. detrás corren dos más.
buscan comida. los ratones no son seres sociales. se amontonan pero no miden los espacios, se aplastan, se superponen, no tienen lugares... se amortonan.
si sólo se organizacen, pensaría el filósofo que los viera... filósofo de otra especie, vale aclararlo.

¿qué se hace con los agujeros?
¿si se abre una herida se abren muchas en sintonía?
¿qué pasa cuando alguien ya no resiste?
¿c
sale
de
la red? ¿se lo saca? ¿se lo coloca?
¿dónde?


cuando un bebé llora sin ninguna razón, cuando un lobo aulla, cuando ríe desconsoladamente un payaso, cuando lloran las lloronas por la paga
al otro lado la puerta la llave
por el precio de apreciar
el precio universal: aparentar, fingir, dividir el mundo
dislocar lo sentido y lo dicho
secar:
lo pensado y lo creído como cierto certero pase lo que pase
lo prensado y lo que cambia de convencimiento según venza tal o cual
¿cara o cruz?
en una pantalla la realidad, del otro lado el mundo paralelo de los muertos vivos. abriéndose paso de vez en cuando por detrás del escenario, en baños, en bastidores, detrás del espejo del camarín, entre las cortinas del baño.


Blancas: Dama, a g6;
(tiempo llenado con procesos de minuciosos reflejos.)
Negras: peón, a f6.

un payaso en una cuerda floja, a punto de aflojar, de tirar el paraguas y fracasar doblemente: como payaso y como equilibrista. a menos que su muerte sea graciosa y al salvar una salve el leit motiv de las dos profesiones. siente el hormigueo, el anuncio minucioso, pequeño cosquilleo, de lo que pronto será un terremoto de convulsiones
nubarrones, tormenta
o lo transforma en risa
o lo transforma en llanto.

Columbina se maquilla en un espejo y recuerda:
el día que Arlequín le dijo lo que sentía, es decir, lo que no sentía, lo que ya no, lo que se fué por el tamiz, lo que quedó
y no tenía sentido
no se sentía más que un sonido vacío
gusto a nada y las palabras de Arlequín vibrantes ya no eran música.
no había razón. mala suerte.
y un oficio de manipular títeres que ya no servía para nada de nada. los títeres eran compartidos, así que uno se llevó las cabezas, otro los brazos, repartieron las piernas y cortaron algunos trapos... otras cosas compartidas quedaron en el frizzer, y ahí estarán todavía cuando la era próxima descubra nuestros fósiles.
Columbina acaba de recibir una llamada de un ex, probablemente sea su nueva aventura.
sin medir esta vez
el sentir.


Blancas: caballo a f4;
(rayo)
Negras: alfil a b1. desaparece una torre.


los pensamientos son infinitos, así que si te enredás con uno o con dos corrés el riesgo de quedarte ahí atrapad@ para siempre hasta de ahorcarte en arcadas de asco
lo mejor en esos casos es cortar
por lo sano
sea donde sea.


una madre le dice a su chiquito: no juegues con fuego.
el chiquito ahora es un hombre que se quemó hasta el alma de tanto que jugó, apostó, ganó, perdió, volvió a ganar y después perdió hasta la sonrisa de tanto jugar.
ahora es un tanguero, que se quedó varado en una esquina, en un cuadro de Carpani.



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Columbina peinándose frente al espejo.
recordaba a Arlequín, diciendo las palabras específicas, la llaveelpunto
de no retorno.
(la muerte que no se puede compartir, la propia, que nos hace dueños del sí)
¿cuál es la moraleja? pensaba decir Arlequín mientras intentaba explicar lo inexplicable... todos somos burbujas, volando en el aire...
suerte
y lazos de magia sagrada que mata y revive.