Como que todo fue un sueño que se despertó, que extraía e implantaba ideas que me hacían actuar así o de otro modo... Un código, un chip que controla los circuitos,
El chip me decía que podía gastar en placer, y que cada quien es dueño de lo que puede pagar. Pero el que paga se pone precio al mismo tiempo, y simula ser el billete de servicio.
Estaba en el bar otra vez, desfilan cuerpos que son fetiches, amuletos, me ofrecen mirar en un agujero negro, que tiene la piel ardiente como el espejismo mismo que despertó un tiempo antes del tiempo en la punta de mis sentidos...
Sentí mentadas mentiras que memoricé y me repetí t
raicioneramente.
Actué el sacrificio, y me morí de amor por cada mentira en la superficie de tu piel, me tatué tu agujero y salí a buscar nuevas mudas, que acaparen la porción de vida que todavía me queda... O me la dejen, para vivir otra noche encendiendo los hechizos que todavía me pueden sacar del infierno de mi capricho clavado, perforado, derramado... Avalado por el público invisible que a la vez mueve tus propios hilos.
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