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Un bebé llora y nada puede consolarlo.
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Arlekín se había comprado una máquina que lo obligaba a hacer siempre lo que quería. Y cuando no sabía lo que quería la máquina lo atormentaba con naderías y se encaprichaba y hacía chispas y cortocircuitos
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Había pensado Arlekín que una máquina así le serviría para derrocar los obstáculos posmodernos que reinaban en un mundo enquistado en estupideces subliminales, pero las estupideces más de una vez se hacían querer y Arlekín no podía dejar de comprarlas...
la máquina lo obligaba...
y aunque no tuviese dinero lo conseguía, porque debía.
(La máquina le sugirió -en un sueño advirtió el manual de instrucciones y sus letras pequeñas- que si alguna vez llegara a querer a una persona -una de verdad, de carne y hueso- se asegurara de clonarla, para que esa persona pueda seguir haciendo su vida mientras él la tuviese cerca... tan cerca como la piel y la carne... y así nunca más volvería a sentirse solo.)
...
Un bebé llora por capricho. ¿Pero qué diferencia hay entre un capricho y un deseo?
...
Arlekín se cansó de buscar la fórmula para la clonación y se cansó -también- de la máquina, y quiso devolverla, y la máquina no pudo entrar en la contradicción necesaria para preservarse arlequinada, así que él la devolvió y
se le volvió el mundo
una gran tela negra cubriéndolo llena de agujeritos azules
infinitos
uno por cada deseo pedido
/y ya no esperaría cumplirlos a precio de su vida irrepetible
.
Dicen que el Hombre de la Luna les enseña a l@s niñ@s a actuar (en el momento preciso).
Dicen que en la luna está escondida toda la sabiduría que olvidamos al cre(c)er... en un mundo fijo, de reglas fijadas con adherente anti esto y aquello, de casillas deletreadas en letal concordancia con un todo ordenado, en la línea que divide al espíritu del cuerpo.
Dicen que la Luna es una dama de blancas llamaradas.
... . ...
Cuando un bebé llora no hay fuerza ni sabiduría ni distracción ni tracción que puedan devolverlo a la calma.
No hay palabras.
¿Qué hay antes de la vida?
El tiempo
y la loca obsexión de querer aunque no sepamos qué es lo que queremos y la cruel disposición de haber nacido en ella
tal
como nacimos.
... . ...
Arlekín pensó en clonarse,
y enseñarle a su clon su propia voz,
para poder hablar consigo mismo y saber si lo que quiere lo quiere de verdad o es solo un capricho
destinado a nacer muerto entre los muertos espejismos asolados por una maquinada Verdad sin tacto ni cornisas ni sonrisas.
Pero despertó
y aún lloraba
por no saber si era él mismo o era su clon el que lloraba
sin/
con
suelo.
los estados mentales (mente/dividida) mutan con la luna... sus faces nos hacen mujeres, lobes, hombres, niñxs, peces... los sentires se elevan con los ciclos del mundo
29.8.10
22.8.10
plenilunio
.
.
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En una habitación un hombre y una mujer están jugando a los dados. Fascinados de oír el golpeteo dentro del cubilete. Hay otra persona, detrás, mirando... su historia fué haber sobrevivido a jugar a la ruleta rusa. La cicatriz de su herida -su cierre sellado- le impide disfrutar. Se pregunta si realmente sobrevivió. Si lo que está llevando a cabo es una vida o si su integridad vital se perdió para siempre, en ese pasado en que el azar le jugó una mala pasada...
se pregunta si el pasado no habrá dejado un recuerdo en lugar de él.
¿Los recuerdos están vivos?
Conozco un lugar donde la muerte se disfraza de seres vivos. (Se multiplica.) Lo ví al señor Hyde por allí, entre travestis y prostitutas... arengando a su suerte en vueltas de ginebra y whisky de mala calidad. Sus polvos no significan más que eso, polvo de estrellas, desperdicio, suelo resbaladizo de emociones enlatadas. Dinero en el bolsillo. Situaciones como fantasías ocasionales, provocadas a propósito: montajes calibrados. Descarga preparada para volverse a cargar: igual, siempre igual.
Al quedarse dormido atravesará la puerta que lo conduce a Jeckyl... y el señor Hyde otra vez habrá dejado de existir, no será más que un recuerdo -que Jeckyl no se atreverá a evocar, ni podrá jamás compartir.
[En los sueños escapamos de los tiros y de los monstruos despertando, en los agujeros de nuestro mundo los monstruos se disfrazan de personas, acechan y los tiros nos despiertan hacia otros y otros mundos más... cada vez más cerrados.]
Jeckyl -no siempre: sólo cuando está lejos y nadie lo ve- piensa que a diferencia de Hyde él es más que un recuerdo; cree ser un Dios único en su mundo, y en su fantasía -universal- carga con la renuncia a querer cambiar: el mundo compartido; descarga la rabia de probabilidades con variables imposibles: unificadas.
(Los signos se multiplican vivos y/o muertos.)
Hay un hombre y una mujer jugando a los dados (el ángel de la muerte se fue a dormir) y el niño amor revolotea.
Dentro mío.
................
......
.
.
.
Soy la gente que amé y que me amó. Mis latidos llevan un ritmo preciso. Soy los espacios que abrí aunque los haya cerrado, soy la mediatriz entre mil mundos paralelos (que aún no conozco), soy lo que armé con lo que tuve. Soy latidos dis-cordantes.
Arrojo los dados otra vez. Las velas alzadas. La brújula cargada de brujería.
Abro una puerta...
(temo)
El amor es un filo:
/borde/
fuera y dentro de uno mismo.
(Hay un farol en medio de la noche: Arlekín arrojando una moneda.)
(Columbina deshojando margaritas -Fausto desvelándose en cada pétalo-.)
¿Es por azar que nos encontramos con quién nos encontramos?
De cada quién algo por aprender... una telaraña educativa.
Pero con la condición de que cada símbolo está vivo. (De los signos muertos no sale otra cosa que muerte /vida petrificada/.)
Soy memoria (símbolo) que no recuerdo o no quiero recordar: pero aún así. Soy la vida que me invita.
A nadie le debo: y lo que debo lo recuerdo bien.
Debo lo que quiero, pero sólo cuando quiero.
Si no quiero me desapezco y no doy de mí más que signos muertos que no conducen a nadie.
Si aparezco dejo de ser recuerdo... y en lo que creo crezco.
Me enhebro en letras-telas arañada mi piel de gente que llevo dentro mío.
Siento, un filo que me arrastra fuera:
un amor por transitar.
un peligro, una tormenta, una amenaza a mi cordura.
(amor duele, amor sangra...)
(un rasguño más abriendo mi piel)
Tatuajes en tinta invisible.
un futuro: un nuevo hombre.
una mujer.
una moneda
girando afilada
en círculos des
infiltrándose.
.
.
En una habitación un hombre y una mujer están jugando a los dados. Fascinados de oír el golpeteo dentro del cubilete. Hay otra persona, detrás, mirando... su historia fué haber sobrevivido a jugar a la ruleta rusa. La cicatriz de su herida -su cierre sellado- le impide disfrutar. Se pregunta si realmente sobrevivió. Si lo que está llevando a cabo es una vida o si su integridad vital se perdió para siempre, en ese pasado en que el azar le jugó una mala pasada...
se pregunta si el pasado no habrá dejado un recuerdo en lugar de él.
¿Los recuerdos están vivos?
Conozco un lugar donde la muerte se disfraza de seres vivos. (Se multiplica.) Lo ví al señor Hyde por allí, entre travestis y prostitutas... arengando a su suerte en vueltas de ginebra y whisky de mala calidad. Sus polvos no significan más que eso, polvo de estrellas, desperdicio, suelo resbaladizo de emociones enlatadas. Dinero en el bolsillo. Situaciones como fantasías ocasionales, provocadas a propósito: montajes calibrados. Descarga preparada para volverse a cargar: igual, siempre igual.
Al quedarse dormido atravesará la puerta que lo conduce a Jeckyl... y el señor Hyde otra vez habrá dejado de existir, no será más que un recuerdo -que Jeckyl no se atreverá a evocar, ni podrá jamás compartir.
[En los sueños escapamos de los tiros y de los monstruos despertando, en los agujeros de nuestro mundo los monstruos se disfrazan de personas, acechan y los tiros nos despiertan hacia otros y otros mundos más... cada vez más cerrados.]
Jeckyl -no siempre: sólo cuando está lejos y nadie lo ve- piensa que a diferencia de Hyde él es más que un recuerdo; cree ser un Dios único en su mundo, y en su fantasía -universal- carga con la renuncia a querer cambiar: el mundo compartido; descarga la rabia de probabilidades con variables imposibles: unificadas.
(Los signos se multiplican vivos y/o muertos.)
Hay un hombre y una mujer jugando a los dados (el ángel de la muerte se fue a dormir) y el niño amor revolotea.
Dentro mío.
................
......
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Soy la gente que amé y que me amó. Mis latidos llevan un ritmo preciso. Soy los espacios que abrí aunque los haya cerrado, soy la mediatriz entre mil mundos paralelos (que aún no conozco), soy lo que armé con lo que tuve. Soy latidos dis-cordantes.
Arrojo los dados otra vez. Las velas alzadas. La brújula cargada de brujería.
Abro una puerta...
(temo)
El amor es un filo:
/borde/
fuera y dentro de uno mismo.
(Hay un farol en medio de la noche: Arlekín arrojando una moneda.)
(Columbina deshojando margaritas -Fausto desvelándose en cada pétalo-.)
¿Es por azar que nos encontramos con quién nos encontramos?
De cada quién algo por aprender... una telaraña educativa.
Pero con la condición de que cada símbolo está vivo. (De los signos muertos no sale otra cosa que muerte /vida petrificada/.)
Soy memoria (símbolo) que no recuerdo o no quiero recordar: pero aún así. Soy la vida que me invita.
A nadie le debo: y lo que debo lo recuerdo bien.
Debo lo que quiero, pero sólo cuando quiero.
Si no quiero me desapezco y no doy de mí más que signos muertos que no conducen a nadie.
Si aparezco dejo de ser recuerdo... y en lo que creo crezco.
Me enhebro en letras-telas arañada mi piel de gente que llevo dentro mío.
Siento, un filo que me arrastra fuera:
un amor por transitar.
un peligro, una tormenta, una amenaza a mi cordura.
(amor duele, amor sangra...)
(un rasguño más abriendo mi piel)
Tatuajes en tinta invisible.
un futuro: un nuevo hombre.
una mujer.
una moneda
girando afilada
en círculos des
infiltrándose.
20.8.10
12.8.10
anochecer
Pasa un día desangrando su sombra. Mis ojos lo acompañan preñados de lágrimas. El día no me miró. Simplemente pasó preocupado por ensombrecerse.
Me siento un extraño en mi propio mundo. Sé que las paredes resisten los ataques de los zombies, pero aún así... ¿cómo estar seguro de que no soy un zombie?
Antes me pasó que creía que entendía y no entendí.
¿No estará pasando lo mismo?
Seguramente es como soñar estar despierto, pero la sensación de querer en los sueños se alimenta del hambre insatisfecha en la contingencia de la vida cotidiana. (¿qué soñamos en los momentos de la vida en que somos felices? ¿... que hemos caído en la pobreza? ¿y si somos felices siendo pobres? ... ¿si morimos en un sueño nos morimos de verdad? ... ¿y si matamos un sueño?
¿y si matamos en un sueño?)
Que Dios exista es cuestión de suerte.
No hay pruebas. Las posibilidades son variables. Las pruebas remiten a infinitos criterios de credibilidad. Calculamos: si existe me conviene por esto y por esto otro, si no existe no me conviene, o me trae tantos otros problemas... ¿para qué voy a vivir amargado? si tengo suerte existirá...
El amor
es cuestión de suerte.
Una profetisa quiso venderme suerte en un frasco. Elixir del amor, me dijo. Sonó un tambor, el olfato se activó, la piel se electrificó... los ojos brillantes. Estaba en medio de un culto a una Diosa. Sabía que estaba a su merced, que las ofrendas eran a pura pérdida, en abismo (el de nuestra piel), que los tactos y contactos con Ella son inclasificables, que no se trata una transacción comercial ni de un pacto inalterable.
Desperté.
Antes me pasó que creí que entendía...
¿qué pasaría con todo lo sacrificado si el banco de la credibilidad de pronto se fundiese?
¿que pasaría con lo fundado?
¡Dios me libre!
¿y si se descubriese científicamente que el sufrimiento no tiene ningún sentido?
Tiré una moneda...
pasó un día
como zombie.
Me siento un extraño en mi propio mundo. Sé que las paredes resisten los ataques de los zombies, pero aún así... ¿cómo estar seguro de que no soy un zombie?
Antes me pasó que creía que entendía y no entendí.
¿No estará pasando lo mismo?
Seguramente es como soñar estar despierto, pero la sensación de querer en los sueños se alimenta del hambre insatisfecha en la contingencia de la vida cotidiana. (¿qué soñamos en los momentos de la vida en que somos felices? ¿... que hemos caído en la pobreza? ¿y si somos felices siendo pobres? ... ¿si morimos en un sueño nos morimos de verdad? ... ¿y si matamos un sueño?
¿y si matamos en un sueño?)
Que Dios exista es cuestión de suerte.
No hay pruebas. Las posibilidades son variables. Las pruebas remiten a infinitos criterios de credibilidad. Calculamos: si existe me conviene por esto y por esto otro, si no existe no me conviene, o me trae tantos otros problemas... ¿para qué voy a vivir amargado? si tengo suerte existirá...
El amor
es cuestión de suerte.
Una profetisa quiso venderme suerte en un frasco. Elixir del amor, me dijo. Sonó un tambor, el olfato se activó, la piel se electrificó... los ojos brillantes. Estaba en medio de un culto a una Diosa. Sabía que estaba a su merced, que las ofrendas eran a pura pérdida, en abismo (el de nuestra piel), que los tactos y contactos con Ella son inclasificables, que no se trata una transacción comercial ni de un pacto inalterable.
Desperté.
Antes me pasó que creí que entendía...
¿qué pasaría con todo lo sacrificado si el banco de la credibilidad de pronto se fundiese?
¿que pasaría con lo fundado?
¡Dios me libre!
¿y si se descubriese científicamente que el sufrimiento no tiene ningún sentido?
Tiré una moneda...
pasó un día
como zombie.
10.8.10
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